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martes, 30 de noviembre de 2010

Trapped in a cupboard

Cuando veía a Marlene sentía en mis propias muñecas el aneurisma que acabó con su vida. Habían pasado varios años de este, pero cada foto de las que le sobrevivieron me miraban acusantes, con sus ojos color miel. La casa en la que habito me transmite una sensación tétrica, mortuoria, como un penitente a punto de ser ejecutado en el patíbulo con la cuchilla pendiendole de un hilo sobre el cuello, una espada de Dámocles de la justicia.
Dormir también se convertía en un capricho incumplible; atravesando el sopor que destilaban las noches de febrero escuchaba llantos, sentía el catre vibrar (porque nunca me hubiera dado el lujo de profanar aquella cama eterea), y mi mente llenarse de pánico.
Mi sentencia había venido en su testamento, el sello en las firmas del escribano y la difunta, y el castigo... "Eduardo, por todo lo que nos paso, no veria otra solución mas que dejarte el hogar que supimos habitar". Una escuadra de carceleros invisibles me escortaron a la prisión que mi jueza había elegido para mí.
El sol de la mañana y el mate exorcizaban todas mis culpas, o solían hacerlo hasta el dia que note la ausencia de la primera foto. Era un retrato, modesto, en colores sepia, cómo sacado de un documento antiguo y ajado por el trajinar del tiempo. Al principio crei que Estér la había quitado de pura piedad, pero en el poco tiempo que había estado trabajando limpiando el caserón jamás le habia comentado el origen de mis demonios. Decidi ignorarlo, por mi fragil sanidad mental, y empezar con la lectura de algún libro de aquellos que Marlene tenía en su habitación. Elegí, de manera un tanto ironica, un tomo de Baudelaire como mi acompañante durante el interin entre la venta del inmueble.
Así fueron desapareciendo, foto por foto; en dos meses, mi penitencia se había casi desvanecido. Ester tampoco sabia el paradero de ellas, duda que yo había decidido aplacar con cuentos de Poe.
El último dia antes de la mudanza de la joven parejita y sus hijos a mi caseron antiguo había decidido permitirle a Estér retirarse antes y ser beneficiaria de un bono importante. Recorrí la casas por ultima vez antes de mi excarcelamiento, ambiente por ambiente. Cuando visité la habitación de mis desvelos, noté sobre la cama varias formas rectangulares. Antiguos pánicos asediaron mi alma mientras corría, como un ultimo asalto a mi sanidad, el cobertor.
Ojos de miel. Cara purpúrea. Y una sóla frase.
- ¿Por qué?
Lo ultimo que recuerdo fue haber tirado el libro de Lovecraft que había estado leyendo mientras me precipitaba a la calle aterrado, con una sola frase en mi.
"No esta muerto lo que yace eternamente, y con las eras extrañas, hasta la muerte puede morir."

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And then the long pulse of Zion Dub.